Translate

miércoles, 1 de julio de 2015

Al despertar

Las notas del caracol rasgan la suave niebla matinal que flota sobre el lago de Texcoco, los rayos de sol se comienzan a asomar tímidamente sobre el este y, lenta y suavemente, como una caricia sobre la piel de la amante, iluminan la ciudad de Tenochtitlan.

No puedo menos que sonreír y estirarme mientras contemplo el panorama que se extiende frente a mí; pues aunque la mañana late llena de vida, frente a la luz naciente la muerte se revela cruda y desnuda en todo su esplendor: la calzada de Tlacopan que anoche fue campo de batalla hoy se encuentra sembrada de los cadáveres de los caídos, y, para gloria del Colibrí Zurdo, la mayoría de ellos son españoles y tlaxcaltecas.

¡Ah, que lástima por ellos!  Es la mañana perfecta para sentirse vivo; nada como el toque helado del agua limpiando la piel tras la carnicería de la batalla. Y es que ¡Míralos!, si no fuera por los muertos, nadie imaginaría el caos que se desató anoche, bajo la lluvia, cuando la señal de alarma cruzó los cielos como una flecha al vuelo avisándonos de la huida de nuestros enemigos.

¡Pobres ingenuos! Pensaron que podían esconderse de nosotros, refugiarse de nuestra ira. Aún ahora puedo volver a escuchar los cascos de sus bestias sobre la calzada, imagino sus caras tensas y su hedor a miedo, atentos al menor sonido mientras marchaban intentando pasar desapercibidos arropados en la oscuridad del Señor de la Noche para escabullirse como unos ladrones cualquiera.
Pero cometieron un error, olvidaron que esta es nuestra tierra, y que el Señor del Viento Nocturno está de nuestro lado: una anciana que había ido por agua los vio, todos cargados de los tesoros de los que no se deseaban desprender, y dio la alarma. En aquel momento se desató la locura y abrió sus pétalos la roja flor de la guerra.

Fue intensa, fue fúrica: los españoles y los perros de sus aliados peleaban con frenesí buscando salvar sus vidas. Sangre, sudor, maldiciones, gritos y el golpe sordo de las armas al cortar llenaron el ambiente; sus caballos espantados se resbalaban arrastrando a sus jinetes en la caída; de nada les sirvieron su dios y su madre: su codicia era más grande que ellos y varios murieron en el lago, arrastrados al fondo por el oro robado que llevaban pegado al cuerpo
.
¡Ah como deben de haber gozado los dioses! Aquello fue una masacre; los dardos y flechas perforando los cuerpos, los filos de la macuahuitl mordiendo la carne; valientes que morían gloriosamente en la batalla  y cobardes que buscaban huir gritando.

No todo fue perfecto, no logramos capturar a Cortés; varias veces estuvo a merced de la muerte, de ser atrapado, y todas esas mismas veces escapó. Se reunió con los restos de su ejército allá por el rumbo de Popotla, donde dicen que un ahuehuete lo vio llorar su pesar.


Pero ya todo eso pasó, hoy llegó la mañana, y con ella el limpiar de las heridas y reposar un poco el cuerpo, tomar nuevas fuerzas y reparar nuestras armas. Y es que, viendo a las aves cruzar el cielo risueño y sintiendo el aroma de los tules envueltos aún en el rocío matinal, no puedo evitar una sonrisa: todos ellos son para mí la promesa de que vamos a triunfar; ya que, bien dicen que, mientras exista el mundo, no perecerá la fama y la gloria de México-Tenochtitlan.

sábado, 27 de junio de 2015

Sueños

Después de un rato de duda, finalmente habló:
-¿Sabes? Los sueños vienen por mí- volteó a verme con el miedo reflejado en sus grandes ojos marrón.
-Será que tienes sueño más bien, ¿no?
-No....no es lo mismo, aquí los escucho....como si estuviera pensando diálogos dentro de mi cabeza y de pronto se subiera el volumen, y cuando menos me doy cuenta, ya estoy con los que hablan en mi mente...soñando; quieren que me quede con ellos.
-Estás loca, ya vete a dormir, es lo que necesitas- le solté mientras salía del cuarto sin mirar atrás...quizás porque sabía lo que pasaría a la mañana siguiente y no lo quisiera ver: la encontraría dormida, para siempre, pues los sueños habían venido por ella y se la habían llevado para jamás devolverla.

Frío

¿Sabe doctor? Tengo frío, pero no de ese provocado por vientos helados, no, este viene de adentro, como si unos dedos gélidos me aferraran el corazón y lo vaciaran.

Es una sensación que me acompaña desde mi adolescencia y que temo que un día, me mate, me termine por helar de dentro hacia afuera, quien sabe, podría ser incluso que ese día fuera hoy.

Y es que...¿sabe? Ya nada me calienta; ni las mantas, ni la bebida caliente....ni siquiera un sentimiento como la esperanza....ah, ¿me ve tiritar doctor? Sí, en realidad...vine a despedirme. 
Mire, mis labios ya son morados, y mis uñas azules, no me queda más que rendirme a esta suprema frialdad, aceptar mi destino y quedarme inmóvil, dejando que este hielo interno termine al fin de matarme.

Perspectiva

Perspectiva....que cosa tan curiosa es, ¿cierto?, por ejemplo, este estanque: visto desde la superficie era sólo un agujero de aguas color azul pálido, calmas, misteriosas, invitaban a darse un chapuzoń....pero, desde aquí, cubierto por ellas, todo es distinto: veo borrosas las siluetas de la superficie, y las olas del espejo del agua me parecen muecas burlonas que se mecen sobre mi....y sobre todo, veo los secretos que oculta este maldito estanque; esos apéndices fríos y resbalosos que me rodean los brazos y las piernas y que jamás me dejará escapar.

Pericón

-Ma, la casa huele a pericón- la observo, ocupada como está en buscar sus tijeras no espero que me haga mucho caso:

-¿Segura? ¿No las estás confundiendo con el cempasúchil?- vaya pregunta, ¿Cómo podría confundirlas? Las flores de pericón son pequeñas, forman lindos racimos de un tono amarillo brillante y emanan un perfume dulce, intenso, penetrante; en cambio el cempasúchil parece un crisantemo de color luz, brillante, vibrante, de pétalos trémulos agrupados como un pompón, y su aroma es fresco, nostálgico, de un dulce suave.....pero no tiene caso discutir, todos están ocupados y parezco ser la única que percibe al pericón....supongo que no debería mencionarlo más, como tampoco debería decirles que vi a la difunta abuela con las tijeras de mi mamá en el costurero....ni que no son sólo nuestros muertitos quienes recorren el camino de pétalos rumbo a la ofrenda de nuestra vieja casona, si no que son más, muchos más y desconocidos: gente con sombreros y rebozos, de ropas hace mucho pasadas de moda, los más raros usan taparrabo y traen la cara pintada....y muchos de ellos huelen intensamente a pericón y tierra de épocas ya perdidas.

Matanza

El asesino matará a la víctima,
el carnicero destrozará su cadáver,
y los buitres vendrán gorjeando,
a regocijarse con las tripas colgando.

Las hienas sonriendo dirán del difunto:
"era tan bueno en vida, ¡No debieron matarlo!"
y verterán lágrimas hipócritas
antes de remojar sedientas sus lenguas en sangre.

Y así todos exclamarán al unísono "¡Pobre cordero!",
fingiendo dolor y pena verdadera,
pues todos aman a los mártires,
todos anhelan su sangre.

martes, 13 de enero de 2015

De tutús y cuero negro

Yo era una niña que soñaba con el ballet, con zapatillas rosas de largos listones y tutús de ensueño...no sé en que momento mi closet se llenó de ropa negra, ni cuando empecé a buscar ropa de cuero y botas, y, a pesar de que no reniego de mi ser actual, sigo disfrutando de la magia aparentemente delicada del ballet que nunca aprendí a bailar.