Cual princesa en castillo te encuentras,
Encerrada en la casa donde no se entra;
Nunca te he visto fuera de mis sueños,
Y a pesar de eso, se que existes.
Porque te percibo,
Cada día es un tormento,
Porque se donde te encuentras,
Sufro el no alcanzarte.
Espero y desespero esa hora del día,
Cuando por la ventana sale tu aroma,
Y contoneándose forma ante mí
Tu irresistible figura.
Desaría comerte,
¡Oh!, hundir mis dientes en tí,
Llenar todo mi ser de tí,
Perderme en tu aroma.
¡Ay, como te deseo!
Tu aroma enervante confunde mis sentidos.
Esa esencia a hierbas y especias,
A mí me ha perdido.
¡Ay, quien viviera contigo!
Como envidio a los hombres de tu casa
Pues he sabido que a ellos
Diariamente te entregas.
En mi deseo y delirio,
Te dedico este poema,
A tí, la fragante reina de reinas:
A tí, ¡Sopa del mediodía!
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Dedicado a la sopa de la Casa Marista del CMB Acoxpa